Tuesday, August 2, 2011

Eduardo Galeano. Un escritor universal.

"Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos."


En tiempos en que la realidad del vencedor choca con la realidad del vencido. Es justo en esos tiempos cuando esos imprescindibles, como diría Bertolt Brecht, se hacen más necesarios que nunca. Y uno de ellos es el uruguayo Eduardo Galeano.
He tenido la oportunidad de devorar su último libro "Espejos. Una historia casi universal" Ed. Siglo XXI. La ironía mostrada por el autor a la hora de contar pequeños hechos históricos es simplemente sobrecogedora. Recomiendo su lectura. Lectura imprescindible para comprender el rugido de los oprimidos. Para comprender el eterno miedo de los dominadores.
Aquí os dejo dos pequeños relatos del libro para abrir boca, y un vídeo en el cual Eduardo Galeano explica de forma soberbia, utilizando su famoso sarcasmo, como funciona este mundo de la globalización capitalista, muy recomendable:

EL COMANDANTE QUE VINO DE LEJOS

Brunete, verano de 1937: en plena batalla, un balazo parte el pecho de Oliver Law.
Oliver era negro y rojo y obrero. Desde Chicago, se había venido a pelear por la república española, en las filas de la Brigada Lincoln.
En la brigada, los negros no integran un regimiento aparte. Por primera vez en la historia de los Estados Unidos, blancos y negros están mezclados. Y por primera vez en la historia de los Estados Unidos, soldados blancos han obedecido las órdenes de un comandante negro.
Un comandante raro: cuando Oliver Law daba orden de ataque, no contemplaba a sus hombres con prismáticos, sino que se lanzaba a la pelea antes que ellos.
Pero raros son, al fin y al cabo, todos estos voluntarios de las brigadas internacionales, que no combaten por ganar medallas, ni por conquistar territorios, ni por capturar pozos de petróleo.
A veces, Oliver se preguntaba:
-Si ésta es una guerra entre blancos, y los blancos nos han esclavizado durante siglos, ¿qué hago yo aquí? ¿Qué hago yo, un negro, aquí?
Y se contestaba:
-Hay que barrer a los fascistas.
Y riendo agregaba, como si fuera chiste:
-Algunos de nosotros tendrán que morir haciendo este trabajo.


QUIÉREME MUCHO

Los amigos de Adolf Hitler tienen mala memoria, pero la aventura nazi no hubiera sido posible
sin la ayuda que de ellos recibió.

Como sus colegas Mussolini y Franco, Hitler contó con un temprano beneplácito de la Iglesia Católica.
Hugo Boss vistió su ejército.
Bertelsmann publicó las obras que instruyeron a sus oficiales.
Sus aviones volaban gracias al combustible de la Standard Oil y sus soldados viajaban en camiones y jeeps marca Ford.
Henry Ford, autor de esos vehículos y del libro El judío internacional, fue su musa inspiradora. Hitler se lo agradeció condecorándolo.
También condecoró al presidente de la IBM, la empresa que hizo posible la identificación de los judíos.
La Rockefeller Foundation financió investigaciones raciales y racistas de la medicina nazi.
Joe Kennedy, padre del presidente, era embajador de los Estados Unidos en Londres, pero más parecía embajador de Alemania. Y Prescott Bush, padre y abuelo de presidentes, fue colaborador del Fritz Thyssen, quien puso su fortuna al servicio de Hitler.
El Deutsche Bank financió la construcción del campo de concentración de Auschwitz.
El consorcio IGFarben, el gigante de la industria química alemana, que después pasó a llamarse Bayer, Basf o Hoechst, usaba como conejillos de Indias a los prisioneros de los campos, y además los usaba de mano de obra. Estos obreros esclavos producían de todo, incluyendo el gas que iba a matarlos.
Los prisioneros trabajaban también para otras empresas, como Krupp, Thyssen, Siemens, Varta, Bosch, Daimler Benz, Volkswagen y BMW, que eran la base económica de los delirios nazis.
Los bancos suízos ganaron dinerales comprando a Hitler el oro de sus víctimas: sus alhajas y sus clientes. El oro entraba en Suiza con asombrosa facilidad, mientras la frontera estaba cerrada a cal y cando para los fugitivos de carne y hueso.
Coca-Cola inventó la Fanta para el mercado alemán en plena guerra. En ese período, también Unilever, Westinghouse y General Electric multiplicaron allí sus inversiones y sus ganancias. Cuando la guerra terminó, la empresa ITT recibió una millonaria indemnización porque los bombardeos aliados habían dañado sus fábricas en Alemania.


(Los cortes que hay son debidos a que cada vez que habla Galeano sus palabras son traducidas al italiano)

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